MENORCA. Paseo por Ciutadella
PREPARAMOS LA TRAVESÍA
Llevábamos planeando la navegación a Menorca varias semanas. Teníamos tiempo suficiente para llegar a Ciutadella, asistir a la boda a la que estábamos invitados, y luego, rodear la isla más oriental de las Islas Baleares, para conocer sus mejores calas y playas. No fue posible.
La distancia entre la Marina de València y el Puerto de Ciutadella es de 194 Mn que nosotros pretendíamos recorrer en unas cuarenta horas con un intervalo de una noche en Port Colom (Mallorca). Esta parte del plan salió a la perfección. El problema fue otro.
Es por todos sabido que los meses de Marzo y Abril se caracterizan por ser ventosos. Nosotros también lo sabemos, pero la ilusión de llegar navegando a la boda pudo más que la sensatez de coger un avión.
EL ESTADO DEL MAR
El primer problema llegó con la fecha de salida. Tuvimos que soltar amarras dos días después de lo previsto. Y un día antes de lo que la sensatez aconsejaría. ¿Por qué? Porque nos comimos un mar de fondo con olas de dos metros que a mí (Raquel) me tuvo mareada y con vómitos las primeras veinticuatro horas de la travesía.
Puede ser que fuera para compensar o para aliviar la incomodidad de la travesía que tuvimos una de las mejores visitas que un navegante quiere tener. Delfines. Llegamos a contar más de dieciséis. Algunos de ellos se quedaron jugando con nosotros durante cuarenta minutos. Además, por fin, el sol (y algo de
calorcito) hizo su aparición casi en el mismo momento que avistamos la costa de Menorca.
LLEGADA A CIUTADELLA. MENORCA
Entrar en el Puerto de Ciutadella es uno de los placeres más grandes que el Viviravela ha tenido en su corta vida. Es un paseo. Una mezcla de imágenes, olores y sensaciones que con mucha dificultad podremos olvidar. Nos pareció que entrábamos «por la puerta grande», por la entrada reservada para los grandes acontecimientos.
Lo más curioso, es que al amarrar el barco, estás, literalmente, dentro de Ciutadella. A unos pocos metros tienes el casco antiguo. Es como conseguir la mejor plaza de aparcamiento en El Centro de una ciudad abarrotada de coches.
TENEMOS VISITA
El día siguiente a nuestra llegada tuvimos una visita. Nuria, David y su hijo Aiden quisieron navegar con nosotros. Así que pusimos rumbo a Cala Galdana y disfrutamos de un día (fresquito) de navegación descubriendo la isla desde el mar.
Cala Galdana nos llamó la atención (además de por su agua cristalina) por el capricho de la montaña introduciéndose en el mar. La cola de la montaña se cuela en la playa para rodearla como un abrazo, así, mientras estábamos fondeados nos sentíamos en armonía con la tierra y con el mar.
DESPUÉS DE LA BODA
Y ahora viene lo peor del viaje. Tras el día de la boda, que ya os podéis imaginar: traje, tacones, maquillaje, afeitado de barba de cinco días, comida, bebida y por supuesto baile hasta la madrugada, el temporal de viento regresó. Pero esta vez con más fuerza.
No fue problema esperar un día sin abandonar el Viviravela (nuestro cuerpo dolorido nos lo agradeció), el problema es que el temporal vino para quedarse y tuvimos que abandonar la idea de navegar alrededor de la isla de Menorca.
Así que nuestra visita a la bella Menorca se limitó a Ciutadella y Cala Galdana. Claro, estos dos lugares nos abrieron tanto el apetito que nuestra partida fue más una promesa de regresar que un tic en la lista de lugares visitados. En fin, qué remedio… Tendremos que volver.