¡YA TENEMOS VELERO!
Encontrar el velero que sería nuestro hogar no fue fácil. Después de descartar y valorar pros y contras, nos enamoramos del Jeanneau Sun Odyssey 45DS. Tras tomar la decisión de que ese era el barco que queríamos, solo faltaba encontrar el que se ajustara a nuestros bolsillos. Por fin lo descubrimos esperándonos a más de 600km de casa.
El velero estaba amarrado muy lejos. Necesitamos tres días para el viaje. Al llegar al hotel, vencimos la tentación de acercarnos a la marina. Todavía no era nuestro. Lo que no pudimos evitar fue madrugar una hora más que nuestro interlocutor y colarnos en el barco y empezar a escudriñarlo. Todo por fuera, claro, las llaves aún no las teníamos.
La primera inspección.
Lo más importante era dejar las emociones en el pantalán y revisar el velero con la máxima objetividad posible. El Jeanneau Sun Odyssey 45DC se caracteriza por su espaciado e iluminado salón así como por su amplia bañera. Aunque era un día gris (el Peñón sujetaba la cola de una larga nube sin dejarla escapar) las escotillas y portillos, en perfecto estado, dejaban pasar la máxima claridad.
Sin dejarnos todavía capturar, revisamos los camarotes, la cocina, los baños, la cubierta, la sentina, el mobiliario e incluso el estado aparente de las baterías y el motor. Decidimos que regresaríamos una segunda vez para hacer todas las pruebas necesarias que nos garantizaran que el Jeanneau estaba en buen estado.
Las pruebas.
Lo primero fue salir a navegar. Dejamos el puerto a nuestras espaldas y sacamos las velas. Estaban bastante deterioradas. La Mayor tenía literalmente las horas contadas, la Génova podría llevarnos a casa y poco más. Pero esto no era suficiente para imposibilitar la compra. Los whinches eléctricos OK, toda la parte electrónica en perfecto estado y el motor funcionó muy fino y sin problemas. Tras conseguir ocho nudos de velocidad y con un viento aparente de dieciséis, arriamos velas y regresamos a puerto. La prueba de mar da dabamos por correcta.
Nos ayuda un experto.
Para la revisión de casco, jarcia y en especial la orza y obra viva, habíamos contratado a un perito para que revisara todos los posibles desperfectos y que nos diese una opinión objetiva y profesional sobre el estado general del velero. Teníamos hora reservada en el puerto para el varado. Todo en marcha.
La primera impresión que el experto tuvo nos tranquilizó. Cuando empezó con la revisión más exhaustiva del interior, reparó en una avería mínima en la bomba de sentina. Nada grave nos aseguró.
Los operarios del puerto sacaron el Sun Odyssey del agua. Era enorme. ¡Qué grande parecía desde fuera!
El informe definitivo.
El resultado del peritaje fue favorable a la compra. El casco estaba limpio y en perfecto estado: ningún golpe, todo bien alineado, nada de osmosis, y el antifouling recién aplicado. Solo encontramos algún grupo de moluscos dificultando las vías de entrada o salida de agua en los pasacascos y claro, no pudimos resistirnos; sin aún ser nuestro y aprovechando que estaba fuera del agua, nos pusimos a limpiarlo!!.
Volvimos el velero al agua seguros de querer adquirirlo. Pero faltaba un detalle. Cerrar definitivamente el acuerdo económico.
El acuerdo
Hicimos la propuesta económica definitiva descontando, como teníamos acordado, el valor de aquello que encontramos deteriorado. El broker la transmitió al propietario. Un día más de espera.
Llegamos a casa y hacíamos suposiciones basadas en el miedo que nos producía que no aceptaran nuestra propuesta. Dormimos inquietos. Al despertar, sin darnos los buenos días revisamos nuestro correo electrónico. Todavía no había respuesta.
A las once de la mañana llega el email, Tenemos acuerdo. Somos propietarios de nuestro Jeanneau Sun Odyssey 45DS.
Once de la mañana del día siguiente. Tenemos acuerdo. Tenemos velero