FORMENTERA. Crónica Náutica
RUMBO FORMENTERA
Nuestros amigos tenían ganas de una experiencia naútica. Así que pusimos fecha y destino. Formentera. Pensábamos de que encontraríamos la isla repleta de gente. Se corría la Media Maratón de Formentera y aunque habíamos intentado conseguir dorsales para la carrera no lo conseguimos.
OVER BOOKING
Como anunciaba fuertes rachas de viento (40 nudos) nos apresuramos a reservar amarre en el puerto. Tuvimos suerte. La Marina de Formentera tenía una plaza para el Viviravela. Fue distinto con los restaurantes. Muchos de ellos abrían sus puertas a la temporada ese mismo fin de semana y ya tenían reservas concertadas desde hacía varios meses.
Con toda esa información, dedujimos que no encontraríamos la calma que tanto nos gusta y que nos permite disfrutar del fondeo y de la navegación. Fue todo lo contrario.
EXPERIENCIA NÁUTICA .
En esta travesía no navegamos solos. Estuvimos acompañados de cuatro amigos que no sin cierto miedo a los mareos, se dispusieron a instruirse en el arte de la navegación a vela. Y de la pesca.
Partimos de Dénia de madrugada. El cielo estaba cubierto de nubes pero el mar estaba en perfecta calma. Solo una par de horas de travesía después tuvimos la primera sorpresa del fin de semana: Ballenas. Una pareja de ballenas rorcuales azules que se dejaron grabar a unos cien metros de distancia del Viviravela.
Habíamos leído en la prensa que estaban por nuestras costas, pero no creíamos que tendríamos la suerte de encontrarlas. Fue la primera señal de que el fin de semana sería perfecto. Luego llegaron los curiosos peces luna y por si no habíamos tenido bastante, un grupo de delfines nadaron a nuestro lado durante un buen rato.
ESPALMADOR
A las cinco de la tarde fondeábamos en Espalmador. Y el cielo se tiñó de azul y salió el sol. Fondeados a nuestro alrededor había bastantes barcos de alquiler. Turistas bailando música demasiado alta rompían la tranquilidad que buscábamos, así que bajamos a tierra.
Una de las bellezas de las playas de Formentera son sus colores. Cuando el sol brilla, un espectáculo de azules, blancos y rosas compiten por gustar a los bañistas. El agua todavía estaba fría pero no pudimos evitar refrescarnos los pies.
Nuestra siguiente parada fue en la Marina de Formentera, allí se ultimaban los detalles de la entrada a meta de la carrera. Nosotros decidimos que, ya que no podíamos participar, correríamos por nuestra cuenta.
ALGO DE DEPORTE
El segundo día lo empezamos con energía. Un recorrido de doce kilómetros que nos llevó a Ses Illetes. Supusimos que toda la isla estaba durmiendo porque nos daba la sensación de ser los únicos habitantes.
Sería por esto, que al llegar a la playa, hacia el kilómetro quinto de nuestro entrenamiento, no pudimos vencer la tentación de darnos un baño. ¿Cuantas veces habíamos tenido un paraíso para nosotros solos?
Y POR SUPUESTO, RESTAURACIÓN
A mediodía premiamos nuestro esfuerzo con una comida frente al mar en el Restaurante Sa Sequi. Por la tarde, alquilamos un coche (queríamos motos pero anunciaba tormenta) y tras la cena en el Viviravela nos unimos a la fiesta que se celebraba en el Blue Bar con motivo del Medio Maratón. La lluvia no impidió que el local se llenase hasta los topes. A nadie parecía importarle que el tiempo no acompañara.
Despertamos el domingo y con el sol de nuevo iluminando el día, hicimos un turístico recorrido por la isla:
Primera parada: Es Pujols
Caló des Morts
Es Caló
El Far de Barbaria
El lunes vuelta a casa. El mar acusó el temporal de viento y lluvia pero nada podía nublar un fin de semana perfecto.